miércoles, 8 de agosto de 2007

Princesa


Desde el primer día que crucé mi mirada con la tuya tuve la sensación de que algo iba a pasar en nuestras vidas. Era difícil de creer porque aparentemente distan bastante la una de la otra, pero ya se sabe que nada es imposible, así que me afané en memorizar cada detalle de mis encuentros contigo. Grabé a fuego en mi boca, cada palabra que decía en tu presencia y mis oídos hacían lo propio con las tuyas. Cada vistazo que echaba a tu aspecto devolvía a mi mente un puñado de nuevos y pequeños ademanes que quedaban latentes en mí, hasta la siguiente vez que te cruzabas en mi camino.

Encuentros que planeaba el resto de la gente sin saber que yo estaba deseando que sucedieran. Todavía no sentía admiración por ti, y hoy, muchos años después, sigo sin saber qué fue lo que hizo que la sintiera. Tampoco tú te fijaste en mí en un principio, de hecho fui yo quien, una vez descubiertos mis anhelos, hice todo lo posible por entrar en tu vida con tu más pleno consentimiento. No hay nada en ti que aparentemente pueda atraer a nadie, ni física ni espiritualmente. Dicen de ti que muerdes, que eres una víbora, que no tienes corazón y lo único que te interesa de los que a ti se acercan, es el vil metal. Dicen que tienes veneno en la piel. Tal vez sea eso lo que me atrajo de ti, que todo el mundo te tenía cierto resquemor, que disimulaban ante tu presencia, por respeto, dicen, al resto.

Por mi parte un cúmulo de sensaciones, que, tal vez voluntariamente, había ido buscando, dada la primera sensación que me causó tu presencia. La curiosidad, dicen, es algo innato, pero en mi caso, creo que poco a poco, con el fin de descubrir el por qué de esa sensación, fui alimentándola cada vez más descaradamente.

Más tarde, por fin, horas y horas contigo. Sólo nos unía una copa de licor, no teníamos, ni tenemos nada en común, excepto la curiosidad de la una por la otra. Poco más tarde, de repente, caricias furtivas, disimuladas, que iba dejando caer en tu cuerpo como sin querer, y que tú recibías con una cómplice sonrisa. Sabías que lo deseaba, sabías que detrás de aquella mirada de niña inocente se escondía una mujer dispuesta a todo contigo. Pero no quisiste jugar. Los años que me llevabas de ventaja, se unían a tu posición social y tu matrimonio para plantarse en tu cabeza y no dejar a tus manos que se me acercaran.

Tu risa nerviosa y tus gemidos cuando me atreví a morderte el cuello te delataban. Me dabas mil argumentos bañados en licor y caricias en la cara con gesto de compasión. Pero sé, aunque entonces no lo sabía, que querías seguir adelante. Que te morías por probar el sabor de mis labios y mi piel. Probar cada centímetro de mi cuerpo, igual que yo deseaba hacerlo con el tuyo. Pero todo eso nunca pasó, acallé gemidos en sueños, y perdí parte de un buen año cegada por el deseo. No atendía a razones. Me decían que estaba como ida, como perdida. Y así me quedé. Incluso cuando volvía a tenerte en mis brazos, a escondidas, besando el lóbulo de tu oreja y descendiendo por tu cuello rozando la prohibición de tu boca. Inventaba mil excusas para ir a verte, sin tener la certeza de que tú lo quisieras. Perdí noches enteras rodeando las calles de la ciudad buscandote en la oscuridad, tal vez en algún pub, tal vez entrando a tu casa. Y no te encontré. Así que desolada por la ignorancia de qué había sido de ti, y qué iba a ser de mí, agaché la cabeza, y me fui por donde había venido.

Al cabo de un tiempo, hubo alguien que se perdió en mi cuerpo y yo en el suyo, haciéndome sentir importante, haciéndome sentir viva otra vez. Y hace poco, muchos años después, volviste a aparecer ante mis ojos, mirándome como si no hubiera pasado un sólo día desde la última vez que te tuve en mis manos. Y por no ver la cara que se te quedó, lamenté tener que rechazarte. Lo siento, pero esta vez soy yo quien no quiere siquiera que me beses en el cuello. Espero que tus palabras sean sinceras cuando me dices que necesitas hablar conmigo para centrarte, porque me conoces y sabes que me tendrás. Nunca te negué nada y menos conversación. Y no te lo negaré mientras no faltes a mis decisiones.

En cuanto a tu insinuación... Ahora es demasiado tarde, princesa...

1 comentario:

Altan dijo...

Hola nenúfar jejee

a qué ve aixó de "everglott"??? ja m'explicarás...

me pareix molt bona idea la cohesió q li has donat al teu blog amb lo dels pianos, sí...

pues si vols vore lo de la "protecció" eixa de la que te parlava, clavate en el meu blog, i vorás el simbolet. Crec q si li punxes te lleva directament a la página, aunque no estic segura, igual te ix la llista de les coses a les q eixa protecció dona llicencia al lector... no se, tinc q comprovar-ho. Si no, ja t'explicare :D

Com t deia, estic posant lo de palomas en un blog precisament x aixo, xq tinc mes protecció q en un fotolog, (q x cert el fotolog es una cagarruta). Aunq claro, en un fotolog sempre tens mes posibilitats de q la gent entre q en un blog, xo weno... la culpa tb és meua, q no li he donat la direcció a ningú :D

un beset wapetona
jo tb te vuic un ou
:******************