lunes, 17 de marzo de 2008

Roy Lichtenstein-Girl with Hair Ribbon


De repente la vió, quieta, inmóvil y mirándole fijamente. Estaba en un rincón en medio de la gente, y se dio cuenta de que fuera de aquel círculo, alguien le observaba atentamente. Decidió que le dolían los pies, se apartó un poco del resto, cogió un taburete y se sentó frente a ella. Cuando ya se hallaba totalmente perdido en su mirada, apuró la ginebra que le enfriaba la mano. Entonces fue cuando dejó de oir la música. Sabía que alguien le estaba hablando, pero no quería saber quién, ni tampoco qué decía. Quería seguir ahí, con la mano sujetándole la cabeza y mirando a la muchacha. Y ahí se quedó, ajeno a toda clase de estímulo externo que no fuera ella. A partir de ese momento su cabeza sólo podría recordar esa mirada. Entabló conversación por un momento con alguien que se le acercó. Usó tópicos para deshacerse pronto del intruso, y con un par de risas y de palmaditas en la espalda, se volvió a quedar inmóvil ante ella. Se sentía tranquilo en ese momento, por eso no podía dejar de mirarla. Su mirada le llamaba, le invitaba a preguntarle, a contarle... Pero no dijo nada; esos ojos fueron su refugio durante algunas horas. Cada vez que algo o alguien agitaba o desestabilizaba su mente, simplemente se daba la vuelta, y se quedaba mirándola. Sonrió por un momento al darse cuenta de que la única cara que le interesaba de todo el bar era esa bajo la cual había un rótulo. "Roy Lichtenstein-Girl with Hair Ribbon-1965". Se despidió de ella y se prometió a sí mismo que nunca la olvidaría. En ese momento, tal vez ella fuera la mujer más real de la tierra.

viernes, 7 de marzo de 2008

Simplemente....maravillosa


luto de su mirada, torre de arena
llenando el escenario de copla-jazz
suele donar su calma, no dando más
que un bolero vestido de piel morena

la pena de rojo cruza su boca
que llora una historia de amor tan mortal
que se te hace imposible de soportar
de tanto doler, si su voz te toca

triste desgrana ella con su martirio
sin más herramienta que su corazón
una memoria rota hecha delirio

el fuego abraza el negro de su cuerpo
quemándole el alma envuelta de un dolor que,
sin saber por qué, se le queda dentro.